Los recuerdos tienen en mi mente, el sutil aroma de una flor silvestre
agitada por el viento, polinizada con dulce néctar de vida, prisionera solo de
libertad; de impresionante belleza que no ha sabido apreciar.
Los recuerdos tienen ese sabor dulce de fruta madura que resbala por
los labios y que hace suspirar, que no sacia los deseos y que hace pedir más.
Los recuerdos como suave terciopelo acarician el alma, envuelven y
protegen de cualquier adversidad. Son caricias de manos maternales que solo
saben dar tranquilidad. Son aquella canción de cuna que arrulla con ingenuidad.
Los recuerdos transportan a un lugar donde el tiempo y el espacio poco
han de importar; los recuerdos más dulces son los que quiero recordar porque hay
otros recuerdos que prefiero olvidar.
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