Era apenas una estaca
colmada de hirientes espinas,
que observaba desde su butaca
aquella dama de mirada esquiva.
Era apenas unas hojas
creciendo sin control,
pero hermosa como pocas
y con mucho corazon.
Era apenas un capullo
todavia casi sin color,
pero creciendo con orgullo
cuando lo alcanzaba el sol.
Era apenas un boton
intentando ver a su alrededor
todavia siendo parte del monton
pero a punto de mostrar su color.
Es ahora una bella rosa
de un precioso tono amarillo,
que no pretende otra cosa
que a la vista agradar con su brillo.
Ahora aquella esquiva dama
siempre en su butaca sentada,
de esa hermosa rosa
no puede apartar su mirada.
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