Una mirada cristalina se asoma a mis ojos mientras mi mente divaga en medio de una tormenta de confusos pensamientos. Un sutil sabor salado roza mis labios que temblorosos intentan contener un ahogado suspiro. La garganta se resiste, el pecho se ensancha y todo se nubla, pero sigo andando, no me detengo excepto para reflexionar y para sentir como la suave brisa golpea mi cara y se lleva consigo mis lagrimas convirtiendolas en gotas de rocio.
En medio de todo, la calma se comienza a sentir y el corazon regula su ritmo e intenta sonreir. Aquella reflexion me hace ver que las tormentas vienen y van y no se pueden evitar pero si soportar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario