11 mar 2012

Una guanaca en el pais de las utopias



Bueno, bueno, ya llegue, ya estoy aquí y ahora qué? , a quién hay que buscar? A dónde hay que ir?, qué hay que hacer?
Mis deseos de triunfar me hacen parecer hiperactiva, mis ansias de sentirme útil otra vez se sienten como un torrente recorriéndome las venas.
Diganme, díganme que hago?, ya quiero comenzar.
Llueve mucho, ya me habían contado, por suerte no se que tiene el agua de este lugar que no moja; nadie se preocupa por usar paraguas; es mas, el lugar mas lluvioso y creo que es el ultimo lugar en el que alguien pensaría que una fabrica de sombrillas es buena idea. Muy bien, pero no nos distraigamos, hay que comenzar a trabajar.
Dicen que en aquella fabrica están contratando personal, vamos?
Claro que si. Yo ya quiero ser parte de este mundo.
Mi acompañante, que con muchos años ya viviendo aquí, se puede desenvolver mejor; entra a preguntar y unos minutos después se asoma por la puerta diciéndome: preguntan que si puede empezar hoy mismo?, yo, sorprendida digo: si, vuelve adentro, otro par de minutos transcurren y al salir de nuevo me dice: la hora de entrada es a las 3 de la tarde y la salida a las 12 de la noche; entonces surge de mi boca la primera expresión en ingles: Oh my God!, como para dar por sentada mi llegada a esta gran nación.
Muy bien, a hacerle frente, a demostrar de que estamos hechas.
Mi primer trabajo, totalmente diferente a lo que estoy acostumbrada; parada todo el tiempo empacando quien sabe que tanta cosa de juegos para niños, pero hasta ahora todo bien.
Quien iba a creer que  ya paso un mes, me dicen que vaya a la oficina y mi dia se pone mejor…  muuuuaa!, mi primer cheque, hay que sacarle copia y enmarcarlo, no lo puedo creer.
Siguiente paso?, depositarlo en el banco, es decir,  apresurarse a abrir una cuenta. Alto! Tranquila, respira profundo, no hay que alucinarse, los pies sobre la tierra y a pensar bien lo que vas a hacer con ese “dineral”.

Si!, ya tengo cuenta en el banco  y adivinen qué?,  cinco meses después ya no tengo que usar carro ajeno, ya tengo mi propio medio de transporte, que por cierto puedo manejar  tranquilamente porque cuento con mi permiso de conducir y todo en regla, hasta donde es posible.
Mas trabajo?, ok, no hay problema. Dos trabajos y aun no he llegado a mi mayor esfuerzo.
Eh!, eh!, detengámonos por un momento, es fin de semana y es momento de relajarse un poquito para reponer fuerzas hasta la siguiente jornada. Me levanto, ni tan tarde ni tan temprano, pero lista para salir a conocer un poquito el vecindario; ropa de domingo, cartera, llaves y vámonos… a donde sea, al cabo todo es nuevo.
Y de vuelta a nuestra historia, recuerdan como en las películas pasan las paginas del calendario para hacer notar al espectador que mucho tiempo ha pasado, pues imaginen que eso esta ocurriendo en este momento, hasta llegar al tiempo actual.
Yo con unos cuantos años mas, ojeras mas pronunciadas, no dire que unas cuantas canas mas… muchas canas mas, aunque escondidas tras un tinte bastante natural por cierto, no importa.
Aquel trabajo con el que empece no duro mucho, ahora sigo trabajando sin descanso, comenzando a sentir el paso del tiempo por todo mi cuerpo, la hiperactividad sustituida por el cansancio, pero aun tratando de sobrevivir.
Dia de pago, un cheque mas para repartir… bueno comencemos… luz, teléfono, renta, seguro (casa, carro, vida, negocio, etc., etc.), doctor, comida, gimnasio, impuestos, y la lista continua. El entusiasmo empieza a ceder, las ganas de triunfar con menor fuerza pero se  rehusan a desaparecer . “Si se puede”, es la consigna que nos enseñan, y muchos testimonios lo confirman, pero hasta donde sere yo capaz de llegar, si siento mis ilusiones casi encorvándome la espalda y mis aspiraciones sumergiéndose en el fondo de una bolsa con filtro hipoalergenico.
Vine a trabajar para vivir o a vivir para trabajar, ya no lo se, pero sigo aquí con tanta incertidumbre como mi cabeza es capaz de almacenar, tratando de rodearme de gente positiva que vuelva a inyectar en mi al menos la mitad de aquel entusiasmo con que vine.
Sueño americano para unos, ilusión para otros, utopia para la mayoría.
Pero la vida no se detiene, no te da tregua y hay que seguir insistiendo porque el dia menos pensado tendras tu recompensa. Mientras tanto, yo me siento satisfecha de poder contar mi pequeña historia sin perder la fe en que el mañana será mejor.


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