24 may 2012

En la intimidad


De vez en cuando me detengo a leer lo que escribí hace solo un par de meses y puedo darme cuenta que algo ha ocurrido en mi; claro, no hay otra manera de describirlo, mi vida cambio por completo el 30 de marzo del 2012 desde el mismo momento que puse un pie en ese lugar y conocí a la persona más maravillosa que habría de llegar a mi vida, la que cambiaria todo en mí, la que me enseñaría a conocerme, a entenderme, a tolerarme y   a quererme tal como soy. No sé como lo hace, la conozco poco pero no necesito mas para darme cuenta que tiene algo especial, un don que la hace dejar una estela de alegría por donde quiera que camina. No quiero ser tan emotiva pero no lo puedo evitar, desde ese primer día la inspiración me persigue, me hace decir cosas que nunca hubiera imaginado, mis emociones están a flor de piel y se externan aunque yo no lo quiera, a través de mis palabras, a través de mis gestos y de mis ojos.
Escribo lo que estoy sintiendo y mis ojos se nublan, las lagrimas no me dejan ver y tengo que detenerme por un momento y no quiero secarlas porque son lagrimas de emoción, de alegría, de agradecimiento que tienen que recorrer su camino hasta el final, hasta cumplir su cometido de hacerme disfrutar de esa sensación que quiero que dure una eternidad.
Vuelvo a tomar mi lápiz, un par de líneas más y mis ojos se vuelven a nublar, la historia se repite una y otra vez a medida que trato de plasmar mi experiencia. Debo terminar mi relato en aras de no externar más de lo necesario. Pero debo finalizar esta jornada con el obligatorio agradecimiento a la vida por este momento que me está regalando y que quiero disfrutar al máximo. Gracias.

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